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  • Foto del escritorEn Perspectiva

Sobre Zumbidos y Otros Ruidos; María José Flórez

Actualizado: 1 jul 2020

Desde hace dos semanas o tres me zumban los oídos constantemente.

A veces, el insoportable ruido no me deja siquiera descansar, porque no es necesario estar despierto para que continúen con su labor primordial de hacerme la vida imposible.

Desde que me levanto, hasta que me acuesto, me zumban como si tuviera un insecto dentro de la cabeza; he llegado incluso a contemplar que en efecto, ahí está.

Que en un descuido de la cuarentena de comer en el cuarto de paredes blancas que me encierra, algún mosquito logró abrirse camino por los cristales sin ventana y se me metió, y ahora me está comiendo el cerebro.

¿Qué tal que sí?

¿Qué tal que no?

Después de 3 días del primer zumbido no podía hacer nada más que llorar.

Lloraba porque me daba miedo que ya no tuviera cabeza y después lloraba por haber llorado porque me sentía mal.

Son efectos de la cuarentena.

Andar por la casa en pasos pesados por el sopor y la cara hinchada por llorar sin tomar agua.

La mayoría de nosotros no tenemos nada de la pandemia que nos tiene en nuestras acá, pero tenemos una peste peor: la del insomnio.

Y es que cuando el insomnio se nos sienta en los huesos, es muy difícil de sacar sin ayuda.

Y ahí es cuando nos empiezan a zumbar los oídos.

Y después de unos días ya no zumban pero hablan y te dicen lo que no quieres oír.

Y entonces lo que te come la cabeza no es el bicho que estaba zumbando, sino tus propios pensamientos.

Y ya no estás solo en tu cabeza, sino que ya tienes un peso en el pecho, que aprieta el corazón y vacía los pulmones.

Preciso vi una foto que decía que si no salía de la cuarentena con una habilidad nueva lo que me faltaba no era tiempo, sino disciplina.

Y aunque se dejen habilidades de lado y se haga pereza en la cama por horas, no me falta ninguna.

Porque eventualmente habremos de pararnos y ganaremos la habilidad más difícil de conseguir.

Dejar de lado el zumbido, el sopor, el insomnio, la voz y el peso en el pecho.

Volver a construir las cabezas de cero, de la mano del mosquito que se metió y no quiso dejar dormir.

Y después de eso llegarán todas las habilidades.

Leer, estudiar, pintar, bailar, y todos los verbos que se les ocurran.

Pero más importante, volverá el sueño.

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