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LENGUAJE INCLUSIVO DE GENERO; Daniel Azuero

El lenguaje inclusivo es un tema que ha generado una cantidad de debates en los últimos años en todo el mundo, discusiones en diferentes ámbitos desde en redes sociales, hasta en organismos estatales e internacionales. Este nuevo lenguaje, como concepto genérico, tiene más de una variante, una de las más “antiguas” es en referencia a la forma en que formalmente se le debe nombrar a las personas con discapacidades físicas o cognitivas, en pro de respetar sus derechos fundamentales. Sin embargo, el que más controversia ha generado es el lenguaje inclusivo de género, que es más reciente y como se verá, genera mucha más polémica. El propósito de este texto, más allá de defender una posición radical, tiene la intención de esbozar las ideas y argumentos más importantes para lograr entender las discusiones de este tema, hacer algunas consideraciones pertinentes, y fomentar la sana discusión sobre el mismo.


Pero primero se debe considerar ¿qué es el lenguaje inclusivo de género? El lenguaje inclusivo de género tiene la idea de eliminar las discriminaciones en torno a la masculinización del lenguaje y al carácter binario de este. El lenguaje inclusivo de género se puede entender


(i) desde una idea inicial de integrar la mención femenina en vez de la simple generalización masculina,


(ii) desde la integración de un lenguaje no binario que tenga en cuenta las distintas manifestaciones del género (siendo así más drástica que la primera).


Por ende, nació la propuesta de incluir siempre la mención femenina al hablar “hermanos y hermanas, abogados y abogadas, etc”; y en el caso de la segunda vertiente, remplazar la letra que le da el género a las palabras, por ejemplo “todos”. Si la forma masculina de la palabra es neutra, por ejemplo “nene”, se deja como está y se le agrega un pronombre o un adjetivo sin género. Si la palabra es indeterminada, por ejemplo “valiente”, no se modifica. Esta modificación, inicialmente, se hacía con un “@” o con una “x”, pero fue reemplazado al ser impronunciable por la letra “e”.

Ahora, ¿cuáles son los sustentos de quienes están a favor del uso del lenguaje inclusivo de género? Considerando lo dicho anteriormente, el lenguaje inclusivo de género busca la eliminación de la masculinización y binarismo del lenguaje. Para sus promotores, el lenguaje inclusivo busca romper con aquellos estereotipos binarios de género, darle un lugar a la diversidad en el uso del lenguaje, tanto diario como formal. Se entiende la importancia del lenguaje como mecanismo de poder, su carácter simbólico y transformador al reflejar las ideas y valores sociales. Igualmente, se entiende que el uso del lenguaje masculino genérico es totalmente excluyente y refleja la dominación histórica que ha tenido el patriarcado sobre las mujeres. Hacer la simple doble mención de género es reconocer la lucha histórica del género femenino por la igualdad social, económica y política. Una premisa muy común en este caso es la pregunta a los hombres de “¿Cómo se sentirían ustedes si fueran llamados únicamente de forma femenina?”. Incluso, extienden toda esta problemática por la dificultad de pronunciar la doble mención de género, a una escena mucho más compleja cuando se trata de que las personas no binarias, también una minoría social, no se les vulnere su identidad de género por parte de las instituciones estatales y la sociedad. En rechazo a varias instituciones como la RAE, los defensores del lenguaje inclusivo de género aseguran que la lengua no es definida por las organizaciones, que este es dinámico y está en constante transformación con el paso del tiempo. De hecho, la propia RAE confirmó la existencia de la palabra “elle” como una expresión existente en nuestro idioma, sin embargo no significa que lo aprueben.


Ahora bien, es importante aclarar el razonamiento empleado por aquellas personas que no comparten una visión positiva acerca del uso del lenguaje de género. La principal razón es su poca efectividad material, sumado con las declaraciones de la RAE que expresan que el uso de la “e” es innecesaria. Recientemente, la Corte Constitucional de Colombia aclaró en una sentencia que el uso de lenguaje masculino genérico que incluía a hombres y mujeres no era discriminatorio y que la doble mención de género era innecesaria. Así mismo, se cree que si existiera una evolución natural del idioma a la forma en la que lo exigen quienes defienden el lenguaje inclusivo, este ya se hubiese adoptado. El rechazo también es rotundo en ciertos casos al intento de legislar e imponer normativamente el uso del lenguaje inclusivo, en ámbitos académicos como el universitario por violar la libertad de expresión. La alusión a la libertad de expresión entra a jugar un papel fundamental, en cuanto a que a nadie se le puede coaccionar punitivamente a hacer la doble mención de género o a usar pronombres y palabras no binarias. Otro punto importante es la división existente entre quienes creen que existen otros mecanismos y escenarios más efectivos y menos problemáticos, para combatir la lucha contra la desigualdad de género; y quienes van en contra de la ideología propia de las personas no binarias y ni siquiera aceptan su existencia (postura mucho más radical).

Como se puede observar, el debate en torno al lenguaje inclusivo de género es extenso y muy complejo, no es un debate de blanco y negro, tiene una gran cantidad de grises y matices intermedias sometidas a debate. En lo personal, el lenguaje inclusivo no es un tema como algunos llaman “inútil”, ni mucho menos es un tema menor que no vale la pena discutir, todo lo contrario. El lenguaje inclusivo de género es una realidad que hay que someter a debate en ámbitos tanto académicos como de la vida cotidiana. Este debate, sin duda, está ligado al tema de la libertad que es un elemento fundamental que debe ser protegido. Por lo tanto, tanto los que están a favor de usar el lenguaje inclusivo como los que están en contra, deben tener la totalidad libertad de “hablar como se les dé la gana”.

Si bien se pueden entender las razones por las cuales se puede demandar y exigir el uso del lenguaje inclusivo, este es uno que no ha logrado romper las barreras necesarias para ser utilizado en la vida cotidiana. Se puede pensar que muchas personas pueden utilizarlo de manera esporádica y sin atribuirle mucho pensamiento al hecho de que están usando el lenguaje exclusivo. Sin embargo, lo más importante es expresar un cierto nivel de respeto y empatía, es por esto que los humanos deben intentar insertar los pronombres no binarios e inclusivos en su lenguaje. Pero es importante considerar que el lenguaje inclusivo y su adaptación va a tomar tiempo, y su poca frecuencia de uso no es necesariamente una falta de respeto. Es innegable que el lenguaje es un fuerte mecanismo de poder, sin embargo, considero que la lucha por combatir las desigualdades de género y la exclusión socio-institucional a personas no binarias, tiene formas más efectivas y materialmente viables.


También es importante hacer referencia al tema de la legislación positiva, que sería un atropello a la libertad del humano. De este modo, cualquier norma que obligue a las personas a hablar y usar cierto tipo de palabras, es abiertamente inconstitucional. Incluso, esta legislación iría en contra de la propia idea de que el idioma es dinámico y cambia a medida que trascurre el tiempo en la sociedad, puesto que si el lenguaje tiene ese carácter de adaptación socio temporal, no habría necesidad de positivizarlo normativamente, de lo contrario, este demostraría ser realmente inservible en el uso social. El tema es mucho más complejo cuando se consideran los organismos como la Corte Constitucional de Colombia, puesto que más allá de ser dirigidas por personas con el propio derecho a la libertad de expresión, son instituciones que tienen el deber de velar los derechos de las minorías como las mujeres y las personas LGBT (variable importante para tener en cuenta).


En conclusión, la libertad de expresión que poseen los seres humanos frente a las palabras que escogen para expresarse a diario, debe estar a total discreción de cada persona. Así, quienes estén de desacuerdo con el uso del lenguaje inclusivo están en todo su derecho de hacerlo, e igualmente en todo el deber de respetar a quienes lo usen, y viceversa. Es importante hacer hincapié en que, no necesariamente aquel que no use el lenguaje inclusivo, le están faltando el respeto a aquellas personas que se puedan considerar no binarias, o que desconozcan las desigualdades y las luchas sociales de minorías como las mujeres y los LGBT. Es de gran importancia entablar debates sanos frente a este tipo de temas pues, por más controversiales que sean, son necesarias para cada sociedad. Cada quien modifica su lenguaje a su disposición dependiendo de su entorno y sus receptores, y si el lenguaje inclusivo resulta ser tan necesario y vital, el tiempo hará que poco a poco se adhiera implícitamente al idioma.

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