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El Valor De la Experiencia; María José Flórez

Actualizado: 1 jul 2020

Fueron 92 días sin sentir el calor del sol sobre la piel, ocasionando su eventual pérdida de pigmento.

Pero nunca se hubiera podido saber sobre el potencial color de la misma, sin haber vivido bajo el cuerpo celeste directo.

Y nunca se hubiera podido saber, sobre la sensación burbujeante del sudor bajo la ropa y el ardor en la frente que produce el bochorno del medio día sin haber estado expuesto al mismo.

Es por esto, que la experiencia es un arma de doble filo.

Porque se disfruta mientras se tiene y se añora cuando no.

Por eso no se extraña lo que nunca se ha tenido, porque no se sabe tener y de ahí se desprende la importancia de la praxis.

No se puede sentir nostalgia de aquello que no ha pasado, pero se puede desear desde la expectativa, que termina siendo un peligro para la experiencia, pero un aprendizaje a largo plazo.

Es decir, yo nunca podre extrañar haber ido a esquiar a los Alpes Suizos, por que no lo he hecho. Si nunca termino por hacerlo, habré muerto con el extremo deseo de haber ido a esquiar alguna vez en mi vida, y con la expectativa convertida en añoranza, pero nada más que eso.

Ahora bien, en el campo laboral, es un asunto incluso más complejo que en la misma existencia, pues para trabajar se necesita experiencia, pero para adquirir experiencia es necesario trabajar.

Destacarse en algo, tener constancia de ello y que alguien más confirme que lo que dices es verdad.

¿Será la impresión misma de la vida?

Que para vivir se necesita experiencia, pero para adquirir experiencia el vivir es inherente.

Y que si alguien más no lo vive contigo, es porque no pasó nunca.

No existe la una sin la otra, así como en el trabajo.

Pero todo es una experiencia, y en sí misma, la nada también. Porque qué habilidad más grande que lograr la nada, que nadie sabe qué es, y nadie sabe quién es nadie, incluso él mismo.

Hay quienes creen que el alma está desligada al cuerpo y que tiende a divagar después de que cierra cada ciclo de vida, en otras palabras, cada vez que muere el cuerpo físico.

Hasta cierto punto, la experiencia se queda con nosotros, al momento que (y esto está demostrado por estudios) llegamos a la edad de 5.

Yo tampoco entiendo el número, ni tengo conciencia de esta edad salvo por unos vagos recuerdos de haber estado comiendo sopa de verduras en un jardín donde según mi mamá una vez se robaron un niño. Supongo que eso también fue una experiencia.

Pero, aunque para mí es difícil de creer eso del alma viajera, existen registros de niños con conocimientos que no deberían haber tenido, y por ende, para mí es la única explicación lógica que se le puede dar a la mala postura sin precedente inmediato, es decir, una escoliosis no diagnosticada o una enfermedad mal pronunciada que da lugar en la columna vertebral.

Porque hay personas que tienen mala postura sin un precursor aparente.

Simplemente una espalda que con los años se ha encorvado paulatinamente, porque sí.

Por la experiencia de una misma vida pero en otro cuerpo.

Porque vivir en una ciudad fría es una experiencia, así como dicen que el que vive en ciudad fría, es de espalda encorvada y el que pertenece a tierras adornadas por el sol, es erguido y elegante.

Pero también puede ser un castigo por un mal comportamiento en una vida anterior, que ésta vida tocó vivirla con la carga de una ciudad fría donde ningún cuerpo celeste ilumina el diario vivir, el peso del error de antaño en la espalda, en adición al frío insoportable que atraviesa los huesos.

Yo no creo en eso.

Pero creo que de ser así, nunca podría ir a esquiar a los Alpes Suizos, porque el peso en mi espalda sería insoportable,

pero no está de más el añorar.

Así como no está de más el añorar haber nacido en una de esas tierras adornadas por el sol, donde la tierra es fértil y crecen más frutas que edificios, de pronto ahí si tendría la espalda erguida y sería un poco más elegante.

Al no ser así, es propio suponer que algún día habrá una experiencia nueva, que aunque no quite el peso de la espalda, si de una apariencia derecha.

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