Hace un par de días el artista venezolano Akapellah sacó su nueva canción titulada “Condenados” canción que, en lo personal, revivió en mí el sentido de conciencia frente a uno de los problemas sociales mas grandes de Latinoamérica, que no toma vacaciones ni en tiempos de pandemia. La xenofobia y los actos de humillación son el ejemplo completo de la falta de hermandad que tiene una gran parte de la población Latinoamericana.
La difícil de situación de la mayoría de los migrantes venezolanos, que intentan salir en búsqueda de una mejor vida y algunos crímenes realizados por la gran minoría, han creado una injusta generalización y un lenguaje cultural donde la palabra “venezolano” se asocia inmediatamente con el peligro, la indigencia, la vagancia, y el miedo. Cuestión que los somete a constantes humillaciones y actos xenofóbicos injustificables.
Y es que, como nos recuerda Akapellah, Venezuela fue una tierra de alta bonanza, una tierra de prosperidad. No se nos debe olvidar a nosotros los colombianos que, a mediados del siglo XX y cuando el conflicto armado interno estaba en alta acción y el bolívar valía mas que el peso colombiano, fueron muchos los colombianos que decidieron migrar a tierras venezolanas en búsqueda de prosperidad, donde Venezuela se caracterizó por el apoyo dado a sus vecinos.
Un poco más de medio siglo después, no hemos logrado devolver el favor que nos brindaron en aquel tiempo, y gran parte de nosotros han hecho la difícil situación de los hermanos venezolanos más difícil de lo que ya es.
Venezuela no ha sido ni será el único país que sufra crisis económicas y políticas, varios países han tenido sus periodos de conflictos y recesiones, las dictaduras en Chile, la dictadura argentina a la cual se le une sus recesiones de 1989 y 2001, la dictadura cubana, etc. Incluso las consecuencias económicas que dejará la pandemia para la mayoría de los países serán abrumantes.
Venezuela pasa un muy mal momento, no es desconocimiento de nadie. Por lo tanto, es necesario que nosotros como colombianos, reconstruyamos un sentido de hermandad por nuestro país vecino, con el que compartimos historia, cultura y tradición. Debemos entender su situación y brindarles todo el apoyo que este en nuestras manos, y no hablo únicamente de dar dinero, empecemos por verlos como iguales, no como una “plaga que viene a dañarnos” ni ninguna de las posibles caracterizaciones despectivas. Toda Latinoamérica somos hijos de una misma tierra, somos hermanos unidos por nuestra historia. Como colombianos, seamos buenos anfitriones con los migrantes venezolanos. Como diría el viejo dicho; hoy por ti, mañana por mí.
コメント