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Vuelve y Juega; Sergio Villarreal

Actualizado: 12 nov 2020



Este Martes 10 de Noviembre el Concejal Diego Cancino tuvo la dolorosa labor de nuevamente denunciar una nueva instancia de brutalidad policial, esta vez en San Diego, Soacha. La denuncia (que dejo un link a la denuncia completa abajo), fue el descubrimiento que después de la retención extra judicial y con posibles instancias de tortura prolongada contra un grupo de 20 jóvenes, los policías añadieron a un incendio que uno de los jóvenes había producido por accidente el cual mató a 9 de los jóvenes y los dejó a todos con quemaduras de 1er y 2do grado en el 90% de su cuerpo. Esta denuncia sigue a la denuncia que hizo el Concejal tras los sucesos del 21 de Noviembre del 2019 y el 9 y 10 de Septiembre, junto con las denuncias de la Alcaldesa de Claudia López de que la policía estaba desobedeciendo a cadena de mando constitucional. Todo esto solo suma a una oscura historia de violaciones de derechos humanos por parte de la policía y el ejército en Colombia.


Pero de alguna forma somos como sociedad resistentes al cambio cuando hablamos de la policía, y es entendible. La policía y el ejército son las únicas instituciones que a pesar de cualquier escándalo de corrupción, de abuso, de violencia, de tortura o criminalidad aún se le criticá al denunciante por la denuncia. Y tiene sentido, nadie quiere pensar que el policía de la cuadra sea corrupto, o violento o un violador. Es más fácil pensar desde el privilegio que de alguna forma todo lo que se diga sobre la fuerza pública solo son calumnias de guerrilleros, porque es difícil adaptarse a la cruel realidad de que hay un problema sistemático con nuestros policías y militares, que no son manzanas podridas ni calumnias sino una serie de prácticas sistemáticas que requieren reformas.


No todos tienen el lujo de mirar la situación desde los privilegios, para el joven de barrio humilde o para la mujer o niña que es ignorada en un CAI porque tenía la falda muy arriba cuando la acosaron o violaron, o para los perfilados y amenazados por la fuerza pública a lo largo y ancho del territorio nacional. Ignorar estas prácticas sistemáticas no es una opción. Por años la violencia se ha vivido desde lejos pero el pasado 9 de Septiembre para muchos por primera vez los abusos fueron al vecino. En mi caso personal, tuve mi primer beso a 3 cuadras de donde 3 años después matarían a dos jóvenes en Verbenal, y para muchos esas calles son parte del viaje hacía las fincas o a meras cuadras de las casas de algunos amigos. Por primera vez la brutalidad tocó nuestra puerta, pero siempre ha estado ahí y la realidad es que ignorarla ya no es una opción. Por eso es que los ciudadanos de todas las edades, y estratos y partes del país debemos pedir reformas profundas ya. Pensar que eso solo le pasa a otros ya no es una opción y desde la empatía debemos actuar como si Jaider Fonseca (el jóven de 17 años asesinado por la policía en el Verbenal) fuera nuestro hermano o si los 9 jóvenes muertos en Soacha fueran nuestros amigos y familiares más cercanos.




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