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¿Una segunda oportunidad?

Joseba E. Unzaga-Rubio

Crítica de personaje, Múnich en vísperas de una guerra.


Diplomáticos, espías, armas de fuego y un conflicto en juego. “Múnich, en vísperas de una guerra”, es la nueva película de Netflix, dirigida por Christian Schwochow y protagonizada por George MacKay, Jannis Niewöhner y Jerermy Irons. Una película que no deja indiferente a nadie, no tanto por su contenido, pero ante todo porque uno no sabe si lo que acaba de ver es bueno o mas bien normalito. Si bien los actores cumplen con su papel con creces, el contexto de detrás resulta mucho más interesante. Además, uno puede llegar a echar en falta más desarrollo de los personajes y una mayor aclaración de ciertos eventos. Explicaciones vagas a lo largo de la película a modo de flashbacks, el personaje interpretado por Jannis Niewöhner (Paul von Hartmann), que no consigue convencer de su cambio de postura política, son algunos de los detalles que hacen de esta una cinta que no acabe de convencer. Al largometraje le faltan detalles significantes. Sin embargo, no deja de ser una prueba de que Netflix cada vez, hace mejores películas.


Dicho esto, aquí termina mi pobre crítica cinematográfica, para enfocarse en algo que me llamo la atención, más allá del contexto histórico en el que se desarrolla la trama. Paul von Hartmann y Hugh Legat (George MacKay), son amigos desde su etapa Universitaria en Oxford. En conjunto con Liv Lisa Fries (Lena), la novia de Paul, de etnia judía, conforman un trio de amigos que al principio de la película parece prácticamente inseparable. Paul y Hugh, mejores amigos como cabe esperar, comparten con Lena un cigarro en una noche de fiesta que ya comienza de consumirse. Hablan de su generación, de lo que han aprendido y de lo que significa ser inglés, así como del nacimiento de una nueva Alemania, algo que entusiasma al embriagado Paul, pero de lo que Lena abomina.


La trama entonces hace un salto temporal tremendo. Para 1938, Hugh se ha casado, tiene un hijo y trabaja en el gobierno de Neville Chamberline. Por si parte, Paul trabaja para el gobierno alemán, pero su posición política ha cambiado con los años y mantiene una clandestina relación con su secretaria, la cual le supera notablemente en edad.


Contextualizando la trama, Hitler está dispuesto a invadir los Sudetes, región de la antigua Checoslovaquia, que es fronteriza con Alemania y cuya principal etnia era entonces la alemana. La intención de Chamberline es hacer lo que sea para evitar el conflicto y consigue finalmente que se constituya la conferencia de Múnich de 1938.


Tras diversos acontecimientos que no vienen a cuento, a excepción de un documento en manos de Paul que es del interés de Inglaterra, el cual habla de la expansión territorial de Alemania, Hugh y Paul se vuelven a encontrar en Múnich tras varios años sin verse. Es un momento tenso e incómodo. En esto, intercambian el documento, siguen ayudándose mutuamente a lo largo de los días que dura la conferencia y finalmente, tras una breve discusión Paul se queda en Alemania para seguir combatiendo al gobierno mientras que Hugh regresa a Inglaterra con esperanza.


Entre estos eventos, la subtrama que más hay que destacar, y que para mi tiene una relevancia primera a lo largo de toda la película, es la vuelta a la toma de la relación entre ambos personajes. Sin embargo, la pregunta clave entre estos acontecimientos no puede ser otra que ¿vuelven a ser amigos ambos protagonistas?


Desde mi punto de vista, no. Hace un tiempo definí para un trabajo de la universidad la amistad como “la voluntad de una relación entre dos individuos, basada en el amor y el cuidado del otro, que continuamente/periódicamente/regularmente, ha de ser cultivada, con el fin de atender y entender al otro para servirle, fomentando de esta manera la confianza entre ambos que, en caso de ser fructífera, irá en aumento”.


Pues bien, esta definición no se ajusta a la relación que vuelve a surgir entre ambos personajes.


Hay una escena crucial en la que se demuestra esto, la cual me limito a describir para evitar revelar una subtrama muy sentimental de la película, que es cuando van a visitar a Lena. Aquí, vuelven a recordar los buenos momentos que pasaron juntos, las conversaciones, la manera tan peculiar que tenían de compartir los cigarros que incluso lo recrean, etc. Pero sin embargo falta algo, hay algo que no encaja.


Una persona que ha sido importante en tu vida, con la que has compartido tantos momentos y conversaciones sobre ti mismo, sobre tus mayores preocupaciones, siempre ocupara un lugar en tu vida. De tal forma que pensar que no hay sentimientos por ninguna de las dos partes es algo completamente equivocado. Recuerdas, piensas, extrañas, se mueve algo en tu interior… Pero eso no es amistad.


En el final del largometraje, Legat se preocupa por las acciones que vaya a cometer von Hartmann, pero no como amigo, sino porque le lastimaría perder a alguien que en su día lo fue. Hugh, incluso le ofrece a Paul exiliarse en Inglaterra. Hay indicios de afectividad, de sentimentalismos. Pero esta relación no se atiene a la definición por lo siguiente:


En primer lugar, si es cierto que hay “relación entre dos individuos”, pero esto no está basada en el amor y el cuidado del otro, pues si retoman la relación es debido a intereses políticos y porque se necesitan mutuamente.


Además, no es ni periódica, ni regular, ni muchísimo menos continuamente cultivada. Recordemos que Paul y Hugh llevan seis años sin dirigirse la palabra. Que no se han preocupado el uno del otro en absoluto en esos años y que ni tan siquiera se escribieron una misera carta. Los pocos días que están juntos tampoco sirven para crear el hábito del cultivo de la amistad y tampoco se nos dice nada sobre si después de la cumbre mantienen la relación.


Si bien Paul y Hugh se entienden, pues al fin y al cabo se conocen mínimamente bien, comparten ideas, les preocupa la paz, el totalitarismo del nacionalsocialismo, son personas… no se si se atienden más allá de la conveniencia del momento. Recalco el poco interés que hubo en mantener la amistad desde la última vez que se vieron. Además, si bien la confianza es fomentada entre los dos y si se sirven mutuamente, el servicio es meramente instrumental y la confianza surge de nuevo porque “no les queda otra”.


En resumidas cuentas, si bien hay relación entre ambos personajes, no hay amistad. Añorar, mirar hacia atrás, preocuparse, son muestras de afectividad. Pero hace falta mucho más, para que la afectividad se convierta en amistad. Y no estoy hablando en este caso, de la amistad que hay entre dos personas cuales quiera que sean. Me refiero con amistad, a lo que yo creo que todos nos tenemos que atener, a esos vínculos casi irrepetibles, a esa “hierba que hay que regar para que sin irse a otros pastos esté más verde”, que según quién debería aplicarse. Me refiero con amistad a eso, a lo que una amistad es, un pilar, un entendimiento, la comprensión, la confianza, el cultivo y todas esas cosas que hacen de dos personas algo inseparable, algo que merezca la pena conservar y que Paul y Hugh no consiguen volver a generar entre ambos.

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