Recuerdo como si fuese ayer la primera vez que me monte a un carro, lo encendí y sentí como el motor rugía al prenderse; desde entonces cada vez que me siento detrás del timón de un automóvil ha sido una experiencia única. Desde pequeño he sentido un amor por los carros, por los motores, por las maquinas, y definitivamente hacen parte de mi día a día. Puede sonar como un cliché, o incluso como cualquier “otro hombre mas con sus carros…” pero cada uno de los amantes de los “fierros” tenemos una historia detrás de nuestra pasión automovilística. A unos les gustan los carros de carreras (Formula 1 o Nascar), los híper carros (Bugatti, Mclaren, Ferrari, Porsche), a otros los famosos “Musclecars” (Mustang, Camaro, Challenger), los “hothatches” (VW Golf, Seat Cupra, Mini), hay quienes adoran los japoneses y su estilo único (Nissan) y ahí otros a los que les gustan los sedanes alemanes (BMW, Mercedes Benz y Audi). El amor por los carros se ve de todos los colores, tamaños, sonidos, etc., pero es un amor diverso, una cultura de libertad de expresión, donde el verdadero cariño es hacia el “bebe” (carro) de cada uno, aquel que se encuentra demostrado de maneras sublimes. Hoy me aventuro a describir y explicar lo que verdaderamente representa y ha representado el amor por los autos para mi.
Mi amor por los carros comienza por mi abuelo Guillermo, todos los domingos nos encontrábamos antes de la misa en su casa para tomar el café de la tarde, y yo observaba con ojos ansiosos la colección de carros modelo que tenia mi abuelo; estantes llenos de Hot Wheels y Mathbox, carros de todo tipo, organizados por colores y tamaño. En su colección siempre observe el anhelado y muy codiciado carro de Batman, el Batimovil, pero no el reciente sino el Lincoln Futura de 1955, por supuesto era el “intocable” de la colección de mi abuelo, pero lo adoraba ver e incluso fotografiar. Mi historia continua con mi padre, otro gran entusiasta de los carros, quien desde muy pequeño me cargaba en sus piernas para que sintiera lo que era sostener el timón de un carro, y quien me enseño posteriormente, a manejar. Mis “clases” comenzaron a los 10 años, cuando mi papa me sentó en la silla de piloto del Mini Cooper de mi madre, y me dijo, “pisa el freno y pon el carro en la D…” Aprendí a manejar a una temprana edad, sentí que se fue fundando una relación especial entre los carros y yo; codiciando cada momento en el que mi padre me dijera “vamos a dar una vuelta.”
Al ir creciendo, mi conocimiento y amor hacia los carros fue aumentando, y por supuesto me iba convirtiendo en un entusiasta a una corta edad. Recuerdo bien que cuando cumplía los 11 años mi padre llego a la casa del trabajo, en lo que denomine como una “Nave”; un amigo de la familia, dueño de un concesionario de autos de lujo le prestó a mi padre un Chevrolet Camaro SS modelo 2011, un motor V8 de 6,200cc naturalmente aspirado. Sonaba como los dioses, ese fue uno de los días mas felices de mi vida; poder sentarme en las piernas de mi padre y ver el tacómetro y el velocímetro, me sentía en el Batimovil de la vida real…parecía un sueño hecho realidad. Pero el sueño se convirtió en “verdadera realidad” cuando me levanto para el colegio, me voy a montar al bus con agotamiento de otro día mas, y veo a mi costado derecho el mismo Chevy Camaro; mi padre se había comprado el carro de sus sueños. No podía con la felicidad, aquella que le compartí a mis amigos de manera apasionada; aun se repite en mi cabeza aquellos momentos de felicidad absoluta.
Mi vida continua y comienzo a conocer otros gustos, otros hobbies, cualquiera pensaría que mi amor por los carros quedo relegado con el viento, pero no fue así. Seguí pendiente de la revista motor todos los miércoles en el periódico, seguí viendo mi programa favorito, aun a la fecha, “Top Gear” y su continuación “The Grand Tour”, con sus tres disparatados presentadores, Jeremy Clarkson, Richard Hammond y James May; presentaban siempre los mejores carros, las mejores actualizaciones de los modelos anteriores, siempre innovando en sus mas de 22 aclamadas temporadas de televisión. Inevitablemente seguí manejando, ilegalmente, ya que no tenía el “pase”, pero siempre acompañado de un adulto responsable, mi papa.
El tiempo fue pasando y finalmente me llego el momento de sacar el muy anhelado “pase”, ya mis amigos lo tenían, pero parecía que no les importase tanto como a mi. Recuerdo haber entrado al SIM en la calle 170 en Bogotá, (Servicios Integrales Para la Movilidad) a las siete en punto de la mañana, como cualquier otro proceso o tramite en Colombia tardo alrededor de cuatro horas y yo no aguantaba las ganas de por fin manejar por mi cuenta. Mi padre había dejado el carro parqueado en la vecindad del SIM, en este caso fue un Mercedes Benz C200 (motor 2,000cc) modelo 2016, para que lo manejase apenas saliera del proceso. Recuerdo haber recibido mi “pase” y salir corriendo al parqueadero para sacar el carro, voy manejando por la carrera séptima con calle 170 y me detiene una oficial de policía; “Papeles…” Mi cara de felicidad se derrumbo inmediatamente…hasta que la oficial me dijo “¿Hoy sacó el pase? ¡Felicitaciones, siga tranquilo!” Mi corazón nunca había latido tan rápido, tanto de la felicidad que sentía, como de la adrenalina de que le faltara el extintor al carro. Innegablemente uno de los días mas especiales de mi vida.
Ahora que manejo de manera legal, mi amor por los carros solo aumenta. Amor que ha sido fuertemente criticado por mis amigos “ambientalistas”, quienes hablan pestes de los autos por su producción de gases, tiendo a siempre ignorarlos, ya que mi amor por los carros trasciende cualquier argumento que me den. He tenido la fortuna de crecer con amigos y familia, que me han acompañado y han sido participes de mi gusto por los carros, a quienes les doy las gracias.
Hoy en día tengo el privilegio de ser un coleccionista en desarrollo, ya que manejo uno de los carros de mis sueños, motor seis en línea de 3,000cc twin power turbo, una bestia bávara, una Pantera Azul.
Con esto quiero invitarles a que busquen y expongan sus hobbies, a que sin miedo hagan lo que les gusta. Aprovechen los momentos y atesórenlos, ya que ellos son los que siempre se quedaran con nosotros. Espero mi amor por los carros les demuestre que esto es lo que somos, esto es lo que nos construye; nuestro amor por la vida y sus “jugueticos”, “fierros” y “naves”.
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