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De los rebeldes deviene la evolución

Sofía Molano


Desde hace siglos la humanidad ha intentado definir lo que es un hombre. No obstante, a pesar de las teorías que tenemos hoy en día, hay piezas del rompecabezas que no encajan. Muchos filósofos han recurrido a establecer una maldad natural en el ser humano, dando como solución a esta característica innata, un estado civil. Ahora bien, aun teniendo un estado civil, hay quienes no pueden adaptarse a este, generando un profundo deseo por un cambio. Por ende, surgen quienes buscan rebelarse contra lo que no consideran aceptable, haciendo así la rebeldía el motor de la evolución del estado civil, y como consecuencia de esta evolución existe un mejoramiento continuo en un proceso infinito hasta que el ser humano vaya mejorando su naturaleza intrínseca.


Por ejemplo, Thomas Hobbes, entre todas las cosas dice, que la naturaleza del ser humano, es malvada principalmente porque la naturaleza ha hecho a los hombres por iguales,


“si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin [...] tratan de aniquilarse o sojuzgar uno a otro.” (Hobbes T. 1651).


El hecho de que los hombres sean semejantes, genera entonces una desconfianza entre las personas, que provoca que siempre vivan con la necesidad de estar prevenidos, ya que en cualquier momento lo podrían llegar a atacar porque todos los hombres pueden llegar a un mismo fin; por lo tanto, el hombre se encontrará en un estado de inseguridad permanente. Y lo único que puede salvar al hombre de los demás, es un estado civil.


Ahora bien, si el ser humano es malo por naturaleza, el hecho de que un estado civil sea la solución a los impulsos egoístas y malvados del hombre, termina siendo irónico porque el estado sigue siendo controlado por hombres. Siendo así, los rebeldes que van en contra de un estado, aunque siguen teniendo el Innatismo propuesto por Hobbes, resulta seguir desafiando al mismo hombre generando otra vez, una competencia continua de esta misma. Por lo tanto, el estado civil, solo sería un mecanismo de orden creado para ser desafiado, y así la raza humana llegará a ser lo mejor de sí mismo dentro de los parámetros sociales que sean establecidos.


El rebelde es aquel que desafía lo impuesto, no está abierto a conformarse, ni a aceptar lo que para él sería inaceptable, dando la posibilidad a una reforma en el sistema que al final, será la perdición o salvación de una sociedad. Pero siempre, el resultado va a generar algún tipo de evolución, un cambio tanto en el sistema como en el pensamiento del individuo. Haciendo entonces la lenta modificación de lo que socialmente se entiende como aceptable.





HOBBES, T. (1989). LEVIATÁN; LA MATERIA FORMA Y PODER DE UN ESTADO ECLESIASTICO Y CIVIL (1a. ed.). MADRID: ALIANZA.

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