Editor General de En Perspectiva
Ese gran fenómeno que ha construido y destruido naciones, aquel grito romántico de la sociedad impulsado por aquellos que buscan el cambio, aquellos que sienten que las generaciones anteriores han impulsado modelos anticuados, los jóvenes. Los movimientos políticos juveniles han tenido un impacto masivo político desde comienzos del Siglo XX, sea para bien o para mal. Movimientos como el Mayo Francés de 1968, el movimiento de los derechos civiles de los 60 en los Estados Unidos, las protestas contra regímenes autoritarios en Latinoamérica entre los 50 y 90 entre muchos más han sido liderados por estudiantes capaces, letrados y preparados a luchar con su voz por sus derechos. Si bien el devenir histórico demuestra que cada vez los jóvenes han liderado, y han estado a la vanguardia de los movimientos históricos, su participación no siempre es la más racional. Esto es importante tenerlo en mente porque con el surgimiento de una sociedad política afectiva, digitalizada e inmediata, la voz popular de la juventud ha emergido como un tsunami sobre los medios de transmisión de opinión tradicionales y han transformado el clima ideológico de las sociedades democráticas de una manera sin precedentes. Pero antes de hablar del impacto positivo que puede tener un joven preparado con una pluma y un altavoz, hay que considerar un grave fenómeno: la aparición de la política de la posverdad.
La política de la posverdad, es el fenómeno del cual se han aprovechado los políticos populistas al estilo de Donald Trump, Hugo Chávez y Marine Le Pen, en el cual, a través del despertar de unas fuertes emociones en el público, y pintar un enfrentamiento entre ellos contra el resto, se consigue un enorme éxito político. La emergencia de la política de la posverdad, se puede ligar de manera directa a la politización de los grupos de jóvenes. Pero hay que tomar un paso atrás y definirla verdaderamente. En la política de la posverdad hay dos factores claves para analizar, estos son: el rol central de las emociones en las ideas políticas del público, y la interpretación de los hechos, que van ligados íntimamente. Esta ocurrencia se basa en el hecho de que las emociones del público, han llevado a un desprestigio hacia los expertos de ciertos temas, en el que se busca irracionalizar la política y reemplazarla por una serie de estructuras afectivas en el que se hable de verdades subjetivas a través de diferentes interpretaciones de los hechos, y exageración de eventos minoritarios para que exalten una respuesta emocional en la sociedad. A través de esto, se crea la expresión de las verdades subjetivas, en la cual se han basado muchos movimientos políticos en los últimos años. Lo importante a considerar, es que la política de la posverdad, siempre buscará exaltar, bien como dice su nombre todo lo que está detrás de la verdad, y que no todo se puede respaldar con hechos, sino que las emociones, y los subjetivismos tienen un rol central en la creación de la política.
La política emocional, por ende, propone un enorme riesgo, pues un esfuerzo guiado por cuestiones emocionales, aunque impactante, puede ser una herramienta de guerra si cae en manos equivocadas. Pero si bien este corto escrito trata sobre la opinión joven, porque entonces se contextualiza la política de la posverdad. La respuesta es sencilla, la juventud ha estado a la vanguardia del desarrollo de este fenómeno, independientemente de ideología, posición política, sea de izquierda, derecha o centro, y además sin importar los contextos sociales. Los jóvenes con el deseo de inmediatez, hemos estado en el centro del desarrollo de este importante suceso y está en nuestras manos cambiarlo, pues se debe recentrar la conversación en el debate visto como un intercambio de ideas, y no como una batalla campal, en el cual el sujeto se ve como un caballero en una armadura reluciente luchando contra todos los que le debatan su estructura ideológica. En el momento en el que uno opina, es clave saber que una gran cantidad de personas no opinan al igual, y que la diferencia ideológica es importante, se debe salir del fenómeno en el cual las emociones controlan lo que se piensa, y las reacciones a las opiniones contrarias. Con la emergencia de las redes sociales, que son las mayores plataformas de opinión para los jóvenes, se ha resaltado el anterior fenómeno dentro de esta población cuyo peso de opinión es bastante impactante. Es así como ha emergido la llamada generación de cristal.
Para definir exactamente que es la generación de cristal, se debe reconocer que este fenómeno sobre pasa todo tipo de fronteras políticas ideológicas e incluso sociales al igual que el impacto de la posverdad. El término se utiliza para resaltar la sensibilidad emocional sobre ciertos temas que tienen las nuevas generaciones a partir de la afectividad que ha generado la nueva entrada de la política al campo emocional. Y aunque no sea muy irracional entender que las opiniones políticas exaltan respuestas emocionales, se debe entender, que estas no pueden ser el punto de partida de las mismas y no pueden ser el fundamento de ellas. La afectividad en este caso causa que la alta sensibilidad que tienen los jóvenes se resalte cuando sus ideas políticas son atacadas, criticadas e incluso probadas como incorrectas o ineficientes, interpretándolo como un ataque personal más que a la ideología misma. Esto ocurre, porque al generarse esa afectividad, se crea un orgullo personal de pertenencia ligado íntimamente a esa ideología, causando que se vuelva una parte inalienable de la persona. Es importante hacer hincapié en esto último para poder analizar verdaderamente la opinión juvenil en el siglo XXI.
Considerando el rol central que juegan las emociones en el momento en el que los jóvenes se destacan en la esfera pública, hay que entender que, aunque los efectos de la posverdad son negativos, los de la afectividad no necesariamente tienen que serlos. Si las emociones son utilizadas para impulsar con pasión lo que se cree con una convicción el impacto que puede tener esto es inmenso. Esto se evidenció con el movimiento del 15-M en España. Las marchas del 15-M se desarrollaron cuando ciudadanos españoles, indignados con los casos de corrupción, falta de representación ideológica, e incluso con un simple disgusto al modelo, se manifestaron el 15 de mayo de 2011 en Madrid pidiendo un cambio práctico en el sistema político. El 15-M fue liderado en gran parte por jóvenes y estudiantes apoyados por líderes políticos relativamente jóvenes que además buscaban impulsar un cambio en la estructura política del país. Este fenómeno llevó directamente al deterioro del modelo bipartidista presente en España, en el cual gracias a su impacto emergieron dos partidos políticos importantes que han obtenido una fuerza política sin precedentes. Vox y Unidas Podemos, que responden precisamente a la indignación que tenían miembros de ambos bandos de la balanza política. Aunque U.P. surge con los mismos líderes que llevaron a cabo el movimiento, Vox, puede ligar su apogeo a la misma indignación con el modelo político. Su crecimiento fue tal que hoy en día Vox es el tercer partido político más votado en España, y UP, se ha posicionado como un aliado clave en el gobierno de Pedro Sánchez. Si bien estos dos partidos han sido altamente criticados por sus políticas más extremas hacia cada bando ambos también han recibido en cada temporada electoral más votos, con su peso político creciendo.
Si bien ambos partidos se han basado en populismos hacia cada bando de su ideología, lo han hecho porque además surgieron de un anhelo emocional para buscar un cambio importante en la política en España. Es clave considerar que fue el papel que jugaron los jóvenes lo que puso en pie este cambio importante. Aunque los partidos que surgieron no han llegado a ser de gobierno lograron cambiar el panorama político en España por completo. Si bien se mantiene esta línea de pensamiento, no es muy descabellado pensar que esa Vox Populi juvenil tiene un impacto fortísimo en el desarrollo de los movimientos políticos, y es importante mantenerla viva como un fuego ardiente dentro de los que opinan. Pero como es un fuego, si este no se controla por aquel que lo prende, se puede descontrolar. Por eso es importante controlar lo emocional en la opinión joven y utilizarla para defender las causas por las que se creen y no para exaltar la posverdad que tanto daño ha hecho al panorama político.
Termino esta columna con una nota personal, que no va de modo de conclusión. “Vi vertitatis, ego, dum vivo, vici mundum”,Por la fuerza de la Verdad, Yo mientras vivo, he conquistado el mundo. Estas palabras han marcado mi rumbo político desde hace unos años. Invito a todos los jóvenes a aplicar esto en sus opiniones, no buscar interpretar la verdad sino a utilizarla para poder impulsar sus ideas políticas sobre como mejor alcanzarla, y sin más que decir doy la bienvenida con mucho orgullo a el renacer como un fénix de En Perspectiva.
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