En Perspectiva
Queercore: Rebeldía Punk
Daniel Cristancho
La rebelión, la anarquía y la liberación siempre han sido parte del conjunto de principios del punk. Este es un género que es una oda a la revolución, un canto sinfónico por la identidad individual y colectiva desligada de prejuicios. Se ha reinventado y revivido, a pesar de nunca estar realmente muerto. Incluso hay rebeldía dentro del punk, hacia sí mismo.
La escena violenta del Hardcore en los inicios de los 80´s suponía agresividad y rebeldía. De alguna manera incluso la anarquía del Punk llevaba a comportamientos misóginos, racistas y sexistas, comportamientos que no iban con una generación naciente y diversa que buscaba espacios seguros en los que expresar su identidad. La necesidad de crear un espacio seguro para las distintas identidades que convergían en la música punk y que no encajaban con la cultura anarquista y violenta de las vertientes más ortodoxas lleva a que se cree, en las bahías de California, un movimiento concentrado en un pequeño sitio llamado Gilman 924st en el que cualquiera podía hacer punk, cualquiera podía tocar y todos podían divertirse. Este sitio tenía ciertas reglas: 1. Todos Voluntarios 2. Todas las Edades. 3. Nada de drogas ni alcohol. 4. No homofobia ni transfobia ni sexismo 5. Nada de perros (Porque el ruido podría lastimarlos). Se bautizó como una iglesia Punk en donde convergían todo tipo de personas que solo buscaban una cosa; tocar y divertirse en un espacio que conectara con ellos.
El espacio seguro que se creó permitió la diversidad creativa necesaria en la generación emergente. El Punk dejó de ser anarquista y político para ser íntimo y reflexivo y cómico, letras que hablaban desde lo difícil que puede llegar a ser tener una relación en la adolescencia hasta la masturbación y la sexualidad. Esta escena más cómica y honesta acogió diversas vertientes que expresaban, con distintos estilos de música los deseos, tormentos y necesidades de aquellas personas que empezaban a encontrar en el Punk, un refugio y un escape.
La escena invitaba a una producción orgánica, hecha en casa. No había un financiamiento como tal, todo el movimiento se conformaba por grupos de amigos con el deseo de producir su música, sin pertenecer a firmas grandes. En el año 1987, Larry Livermore y David Hayes (Ex integrantes del grupo ¡The Lookouts!) fundan un sello discográfico homónimo que tenía como propósito brindar un hogar para la producción casera de los proyectos que surgían en la zona. El sello firmó bandas como Green Day, Bad Religion, NOFX, Operation Ivy, Rancid y The Queers entre otros.
“We´re the buttfuckers of rock & roll” es un verso de la canción Anthem de Pansy Division, ningún verso describe de mejor forma el Queercore. Y es que dentro de todo el movimiento del pop punk en los noventa surge esta vertiente que se enfocó en darle un altavoz a las vivencias de la comunidad LGTBIQ+ que era (y todavía es) estigmatizada por la sociedad en general, pero también por las comunidades más ortodoxas y Hardcore del punk. Se les insultaba y discriminaba por tener preferencias diferentes o identificarse con cosas distintas, se les excluía y esa opresión creó la necesidad de expandir los horizontes creativos.
La rebeldía dentro de la rebeldía, esto es el Queercore que se despega de la imagen del punketo con chaqueta de cuero y cresta puntiaguda, violento y anarquista. La imagen del genero puede ser cualquier cosa o persona, desde adolescentes hasta adultos mayores pertenecientes a la comunidad que usan faldas, crop tops y botas, o converse, o chanclas, o lo que sea básicamente. A diferencia del punk, el Queercore toca temas íntimos, divertidos y trágicos relacionados principalmente con la sexualidad y con las experiencias que tenían siendo parte de la comunidad LGTBIQ+ en un nicho violento y machista. Las letras son directas, explicitas y divertidas, no son políticas, son sexuales y románticas, canciones que cuentan el amor homosexual y sus dificultades adicionales dado el contexto. Las bandas de esta vertiente se revelaron contra un movimiento que les oprimía, lo tomaron y lo convirtieron en su espacio seguro.
Y es que así los 90´s hayan sido hace unas cuantas décadas, no se puede desconocer la existencia de una discriminación en contra de la comunidad LGTBIQ+ en su momento y también hoy por hoy. Las personas allegadas al movimiento notaban lo difícil que resultaba para estas bandas emergentes de Queercore conseguir hacerse un nombre, el público era absurdamente homofóbico. No obstante, el público que fueron ganando con los años disfrutaba mucho de su música, ir a un concierto era una experiencia espiritual. Laura Jane Grace, cantante de la banda Against Me! habló de Gilman St. y del movimiento y dijo “I´m an Atheist but it´s like entering a church”.
Un caso particular es el que relata Chris Freeman, vocalista de Pansy Division. En Farifax, Virginia, un promotor de un evento, en el que Green Day era el headliner y Pansy Division abría, dijo que no iba a dejar que Pansy Division tocara, claramente por su homofóbia. En ese momento cuando Green Day se entera de eso decide no tocar el show. Existía una hermandad, una empatía por el movimiento naciente y un verdadero respaldo, una lucha constante contra la discriminación que el mismo punk había creado anteriormente.
La música se trata de identidad, de pasión y es precisamente esto lo que el punk defiende, incluso cuando el mismo punk atentó contra estos valores, se encargó de reinventarse, de rebelarse y de dar cabida a nuevos movimientos y géneros. El punk nuca muere porque el punk no refiere a un género, refiere a una actitud frente a algo, frente a la opresión. Distanciarse de las raíces violentas del punk para crear un nicho en el que se permitiera una libertad creativa sin precedentes es la movida más punk de la historia.