En Perspectiva
¿Qué es emprender en Colombia? Buró; Santiago Baquero
El día de hoy me decidí a escribir una columna con respecto a lo que alcancé a escuchar y ver en redes sociales frente a lo acontecido en la tan famosa feria BURO, el trasfondo de esta situación y mi perspectiva de lo que alguna vez significó esta feria de grandes emprendedores colombianos.
Como sabrán, Buró empezó siendo una de las ferias para emprendedores más pequeñas del país en el claustro de Usaquén con la idea de “si Colombia y el diseño colombiano quiere crecer, todos debemos estar unidos”, en palabras de la familia Silva (fundadores de la feria). Sin embargo, tras lo ocurrido con Pablo Matiz Botero en esta décimo sexta edición, esta idea se dejó nublar por la poca empatía, la insensibilidad, y el pasó desapercibido de los valores que alguna vez nos inculcaron nuestros padres.
No pretendo incentivar el odio o represarías frente a una iniciativa que logró traer felicidad a muchos colombianos que decidieron emprender en un país con muy pocas oportunidades, pero la verdad, siendo yo una persona que trabajó en el stand de su prima desde hace ya más de cinco versiones, consideró que el principio fúndante de este evento se fue opacando poco a poco. Es lamentable enterarse que una persona que hoy es considerada como líder, fundadora y pionera de un evento con tan grande prestigio le niegue una porción de pizza a alguien que, con buenas intenciones, quería entregársela a otro trabajador para que pudiese comer. Pero entonces, se preguntarán, ¿qué tiene que ver un pedazo de pizza con todo lo que he traído a colación?
Es sencillo, ese pedazo de pizza logro reconsiderar la verdadera manera en como nosotros los colombianos podemos hacer parte del cambio. Un cambio que no está motivado por buenas intenciones temporales, sino permanentes; un cambio que no está motivado por el dinero, sino por la bondad; un cambio que no está motivado por la fama, sino por la humildad. Es un cambio que, en definitiva, tuvo que haberse re evaluado después de haber vivido una pandemia que trajo hambre, desempleo y desaliento a todos los colombianos. No es emprender solo en un local, se trata de emprender en humanidad, en solidaridad, en valores y en buenas actitudes que de seguro cambiarán la vida de los demás.
Por lo anterior, también quiero replantear el discurso de varias personas frente a lo acontecido. Yo se que fue un acto de egoísmo lo que ocurrió, pero el acto de María Alejandra Silva no puede perjudicar en esta edición a los pocos y verdaderos emprendedores que decidieron invertir sus ahorros en esta nueva versión, recibiendo todos los balazos de esta discusión. No se trata de ir a apoyar a marcas como la de Carolina Cruz, Daniela Ospina o Paola Turbay, sino de darle la oportunidad de crecer y hacer grandes cosas a otros emprendimientos mucho más pequeños 100% colombianos.
La paradoja se cuenta por si sola. Una feria que tuvo el apoyo de medios de comunicación, famosos y grandes empresarios por varios años, ahora esta perdiendo el respeto de los jóvenes que tanto apoyaron esta iniciativa. “El terreno fértil para la creatividad colombiana” que ha logrado “cifras que muestran que los jóvenes y emprendimientos pueden aportar y mover la economía de nuestro país” con ingresos en los últimos seis años de alrededor de “29 mil millones de pesos” como lo dice su página web, le negó un pedazo de pizza a un trabajador, no mostró respeto a un joven que trabajaba en su staff, y desenamoro a esos jóvenes que reactivarán la economía de nuestro país.
No me quise extender mucho en esta oportunidad, pero no puedo terminar sin antes mencionar una anécdota mía de hace cuatro ediciones que rescata las buenas intenciones de algunas personas que hacen parte de esta clase de eventos.
<<Como era usual, con mi hermana esperábamos al último día de la feria para poder recorrerla y apoyar algunas de las marcas que nos gustaban. En ese momento, se acercaba el cumpleaños de mi mamá por lo que decidí buscar un recuadro de una Virgen que habíamos visto con mi hermana (a pocos minutos de que cerrara la feria), hecho a base de pequeños cuadros brillantes por uno de los más pequeños expositores. Al llegar al stand, me di cuenta que no había contemplado el alto precio del recuadro, por lo que pedí disculpas a la vendedora que estaba en ese momento (hija de los expositores) por no tener el dinero suficiente. Sin embargo, ella sin conocerme, al ver mi decepción por no poder comprarlo, decidió darme el cuadro sin recibir a cambio el dinero que tenía en ese momento, sin importar su valor y si ella ganara o no algo por la venta. No supe que decir o que hacer, solo recuerdo como una pequeña lagrima salía de mis ojos mientras la abrazaba y le agradecía el acto que tuvo con nosotros. Cabe aclarar que esa no fue la mejor feria para muchos expositores.>>
Esto hizo darme cuenta que atrás de toda persona indiferente, siempre encontraremos dos o tres personas más dispuestas a dar amor y felicidad sin importar nada a cambio, después de todo, de esto se tratan los actos que hacen verdaderos cambios. Créanme, que dentro de esa feria, excluyendo a aquellas personas con poca moral, se encuentran grandes personas, y se los digo desde mi experiencia personal, desde aquellos que ayudan a montar todos los stands, hasta aquellos pequeños empresarios que luchan por salir adelante.