En Perspectiva
La Abogacía; Santiago Baquero
Los abogados de hoy en día no tienen el mismo razonamiento jurídico que se vio tan marcado en los jueces justo después de la creación de la Corte Constitucional que nació con la Carta Política de 1991. Ciro Angarita Barón, uno de los primeros magistrados de dicha Corte, sentó el precedente para que la justicia material fuera una realidad a la luz de una interpretación verdaderamente dogmática con el fin de garantizar los principios, valores y derechos expresos en la Carta. Dado esto, es importante hacer hincapié en el imperativo categórico, aplicado al trabajo de aquellos que se destacan en la jurisprudencia. Para entender este principio se puede citar al filósofo alemán Emmanuel Kant en su texto Fundamentos de la Metafísica de las Costumbres donde dice lo siguiente,
“Obra como si, por medio de tus máximas, fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines”.
Se trata de justificar aquella máxima como el deber o la regla práctica autoimpuesta; ejemplificar al legislador en cuestión de la imposición de leyes que afectan a un terciario; y el reino universal de los fines que representa aquel objetivo o motivación como bien universal.
Ahora, ese posible imperativo categórico se traslada a los valores del Estado. Son esos valores los cuales todo buen abogado o estudiante de derecho debería practicar en todo momento al ejercer su profesión. De esta manera se introduce el núcleo esencial constituido por los iusnaturalistas racionalistas el cual se forma a partir de dos componentes. El primero, es de carácter espacial conocido como la periferia. El segundo es de naturaleza nuclear, que es de importancia extrema en el contexto. . Aquel núcleo no se construye a partir del legislador sino a partir de los bienes básicos (valores morales inmutables) que van más allá de lo interpretativo y se centran en lo esencial que asegura su universalidad. Los siete bienes básicos se encuentran dentro del sistema superior trascendente que va por encima de las fuentes del derecho y que a su vez representa las normas de convivencia del ser humano consideradas como cualidades positivas y válidas en una época determinada considerados como innatos a la naturaleza humana.
Los derechos fundamentales en definitiva reposan bajo este núcleo esencial justificados como los principios mínimos de cualquier sociedad y de aquel imperativo categórico. Como lo menciona Kant, se debe obrar sólo de tal forma en la cual se pueda desear que la máxima de una acción se convierta en ley universal. Es este núcleo esencial traducido en los derechos fundamentales, el deber ser, y los principios básicos, que aseguran un propósito que se puede suponer de seguro y a priori en todo hombre transformado en imperativo categórico porque pertenece a su esencia.
Es por lo anteriormente mencionado que deberían enseñarse los derechos humanos y relacionarlos a los valores democráticos. Las personas se tienen que componer de un imperativo categórico, es decir, de una serie de preceptos establecidos intrínsecamente sin la necesidad de un dogma o una religión. Son principios que tendrán que seguir todos tales como el bien común, la legalidad, la capacidad de resiliencia, el pluralismo, el bienestar, la dignidad, etc. Los abogados están llamados a proteger esos intereses jurídicos, que en definitiva ayudarían a cerrar las brechas sociales y consolidar una sociedad realmente desarrollada en cualidad y calidad humana. Claro está, que el cambio no yace en la necesidad de que todo abogado actúe siempre bajo el imperativo categórico, sino que sea dotado en una formación jurídica integral desde el fenómeno de la constitucionalidad.
Este tema, resalta un interés importante. Pues este amerita ser resaltado más allá de la rama jurídica, y debe ser incluído en todos los ordenamientos de la jurisprudencia. Solo si se tratara este tema en la formación de aquellos que representan y garantizan la seguridad jurídica, la educación que muchos reclaman, los problemas sociales que varios aquejan, y la política de hoy en día de la cual forman parte todos los ciudadanos, serían cuestiones indudablemente diferentes.
Teniendo en cuenta el hecho de que el imperativo categórico y los derechos humanos deberían tomar un rol más central en el derecho, se puede elevar la pregunta acerca: ¿De qué manera los abogados llamados a solventar problemas pueden adoptar dicha integridad de tal manera que se garanticen los Derechos Humanos?
Santiago Baquero Rey